Diario

Aprender a aprender

Escrito por Satoricha | Apr 7, 2025 5:48:31 AM

“Si tropiezas con un rasgo especial de maldad o estupidez, […] no permitas que te enfade o te perturbe; velo como una adición a tu conocimiento, un dato nuevo a tomar en cuenta en el estudio del carácter de la humanidad. Tu actitud será la del mineralogista que tropieza con un muy peculiar espécimen de un mineral.”

~ Arthur Schopenhauer

Probablemente, una forma un tanto intensa de abrir el escrito de esta semana más aun considerando que esta sección busca ser un espacio más introspectivo, una especie de llamado a la acción interna. La intención es que, al leer los artículos, puedas desarrollar una pequeña retrospectiva personal, alineada con el tema tratado.

Este escrito no se aleja de dicho objetivo; sin embargo, en lugar de presentar una perspectiva de protagonista, se abordará desde una mirada más bien de testigo. Como suele decirse coloquialmente, “al buen entendedor pocas palabras”, es decir, comprender sin necesidad de vivirlo en carne propia. Aun así, lo que discutiremos a continuación probablemente resonará ya sea con tu forma de actuar o de pensar en tu presente o en algún fragmento de tu historia.

Aprender a aprender

Aunque no siempre se enuncie de manera explícita, el aprendizaje constante está implícito en todo el contenido relacionado con Satoricha.com, así como en los escritos de mi diario. Una prueba de ello se encuentra en la página de inicio, donde se presenta la metodología T.E.A., y específicamente, la letra A, que define:

“Aprender es abrazar la eterna curiosidad, un viaje de descubrimiento y crecimiento constante. Ser un eterno aprendiz transforma y nutre nuestra alma en el camino.”

A primera vista, podría parecer un simple juego de palabras, pero el uso de “aprender es” en lugar de “aprender a” no es accidental. Es un detalle sutil que cambia por completo el enfoque del mensaje.

Cuando decimos “aprender a”, nos referimos al desarrollo de una habilidad concreta: aprender a escuchar, aprender a perdonar, aprender a delegar. Se trata de una acción dirigida, con un objetivo práctico y definido.
En cambio, al decir “aprender es”, lo que se ofrece es una visión filosófica y existencial del aprendizaje. Se redefine el acto mismo de aprender como una actitud frente a la vida: una apertura constante al asombro, a la observación, a la transformación interior. Es decir, aprender no como un medio para algo más, sino como una forma de estar en el mundo.

En este escrito, como en todo lo que compartimos desde Satoricha.com, no se trata solo de invitarte a adquirir conocimientos y herramientas, sino de acompañarte en un ejercicio de consciencia. Porque en el fondo, aprender no es únicamente una serie de pasos a seguir…

“Es que to sé de lo que hablo...”

Aunque a veces parezca premio y otras veces castigo tener cierto título, ser egresado de cierta institución o caso similar, suele ser un arma de doble filo. Al final del día, tanto el alumno como el maestro son jueces y parte de su propio destino, basados en lineamientos y estándares establecidos por alguna academia, gobierno, institución, etcétera. Sin embargo, esto no garantiza que el maestro sepa trasladar el conocimiento ni que el alumno sepa recibirlo.

Es como lo que sufrimos todos en algún momento por medio de evaluaciones basadas en puntaje. Hay casos en que los compañeros con notas bajas en el futuro son personas que se destacan en lo que hacen; y caso contrario, compañeros que parecen haber dejado todo su brillo en las notas, ya que no destacan como solían hacerlo en el salón de clases.

Claro, lo mencionado arriba no es para encapsular a todo tipo de estudiante o asegurar que el que brilla en notas no prosperará y el que tenga malas notas sí. En absoluto. Sino que es más bien un ejemplo de cómo nuestra necesidad de “estandarizar” todo a veces nos crea sesgos y nos hace perder el oriente.

Y como suelen decir, “el diablo no muere, se reinventa”. Antes teníamos casos de charlatanismo como el de Michael Schuppach, mejor conocido como el “Doctor de las Montañas”, que hacía uso de polvos mágicos y pócimas con nombres como “Florecillas para el corazón”. Y claro, uno puede pensar: “Por favor, eso era antes, ¿quién caería en algo así?”. Bueno, no por nada está el escrito de “¡Ay mijo, te estafaron!”.

Y vamos, si bien es cierto que hay cierta responsabilidad en quien es engañado, hay más en quien engaña. Hoy por hoy existen muchos autodenominados “maestros”, “gurús”, “coaches”, “sommeliers”, “expertos” … y hasta cierto punto es válido: si tienen el título, lo son. Pero aquí caemos a lo mismo de las notas: ¿un título determina el “valor” de alguien? (Eso es algo que cada uno se responde a sí mismo).

Sin embargo, en lo que sí voy a opinar —tenga o no el derecho— es que el que enseña debe ser humilde para poder transmitir conocimiento y humildad; y el que aprende debe aprender a ser humilde para reconocer que no lo sabe todo.

Y te podrás preguntar: “Bueno, ¿y por qué solo el que aprende debe ser humilde y no también el que enseña?”. Porque el que sabe enseñar, en su vasto conocimiento, reconoce que no sabe nada.

Es común ver a personas en distintos entornos hacer un despliegue como los pavos reales para ver quién tiene mejores plumas. Se esperaría que el mundo académico fuera diferente o, como dirían algunos, “más elevado”. Sin embargo, muchas veces es en ese dónde más se carece de humildad, y en vez de enseñar, se humilla.

El conocimiento no es para acumularse. Si tienes la oportunidad de saber algo que los demás no saben, compártelo. Si no te consideras alguien filantrópico, no lo hagas por los demás, hazlo por ti. Qué aburrido ser el único que sabe jugar un juego que requiere más de una persona.

Nos han hecho creer que el aprender debe ser formal, aburrido, sin sabor, llegando incluso a ser atemorizante, o que tener conocimiento de “x” o “y” tema determina nuestro nivel. Y al pensar en esto solo se me viene a la mente la entrevista que se le hizo a Ching Ching Wong, una dueña de una tienda de té, al preguntarle sobre su relación con el cliente respecto al té en su local, ya que estos preparan su propio té.

Wong & Eighty Degrees (2023) Sostiene:

Puedo ver cómo esto puede resultar intimidante para aquellos que sienten que realmente no saben nada sobre la preparación y pueden estar preocupados de arruinarlo.

Ya tenemos suficiente estrés en la vida. Nuestros invitados preguntan: ‘¿Cuánto tiempo debo dejarlo en infusión?’. Pero realmente no puedo darte la respuesta. No puedo decirte cómo debería gustarte el té. Cuanto mayor me hago, más me doy cuenta de que no hay respuesta para nada. Todo es subjetivo. Especialmente cuando se trata de las hojas de té: están tan vivas y responden tan bien a cómo las tratas. Si preparas té y te equivocas, si es demasiado amargo o demasiado suave, simplemente lo tragas o lo tiras si es necesario, y haces otro. Si tienes alguna curiosidad sobre el té, lo descubrirás. Es como todo en la vida, constantemente cometemos errores y luego aprendemos de ellos, ¡con suerte! Eso es todo. La próxima vez lo harás mejor.

Por ende, ¿por qué se espera del que no sabe que no erre, y por qué el que enseña no se enseña a sí mismo, primero, humildad? Somos el resultado de un conocimiento generacional. Así como hay aciertos, hay desaciertos. Si nuestros antepasados se equivocaron, también nosotros podemos, y de igual manera nuestros predecesores. Claro, toda decisión tiene un precio que debemos estar dispuestos a pagar.

 

Tanto el alumno como el maestro deben tomar siempre en cuenta las palabras de William Arthur Ward:

“El maestro mediocre dice. El buen maestro explica. El maestro superior demuestra. El gran maestro inspira.”

 

 

Satoricha ~

 

Referencias

Wong, C. C., & Eighty Degrees. (2023). A Tea House Defying the odds (Vol. 9). Cat Kerr.