A pesar de que cada sociedad se jacta de su evolución a través de logros tecnológicos, estructurales o culturales, esto no es más que una cortina de humo. Una cortina tan densa que nos ha hecho creer que, como especie, hemos evolucionado genuinamente. Sin embargo, cada uno de nosotros lleva consigo un instinto que, si no es dominado, terminará dominándonos.
En el escrito anterior, concluimos advirtiendo sobre los distintos tipos de "Piratas de Sueños", cómo estos influyen sin piedad a su alrededor y cómo, en lugar de encapsularnos en una burbuja protectora, debemos enfrentarlos con un enfoque claro. Sin embargo, cabe señalar que esta reflexión no se limita únicamente a los Piratas de Sueños, sino que también se extiende a los "Monarcas de las Sombras" y su "Malaria de Mediocridad".
A lo largo de este recorrido, hemos conocido a personajes que nos componen o nos influyen, pero aún no nos hemos dado un apodo propio. Esto se debe a que, para llegar al final, primero debemos comenzar, y para comenzar, es necesario finalizar.
Uno de los apodos que recibe el Guerrero en un Jardín es el de "Cambiaformas". Esto se debe a que todo guerrero debe ser capaz de conocerse a sí mismo, comprender su entorno y a quienes lo rodean, para transformarse voluntariamente en la forma más adecuada para enfrentar la batalla del momento. Sin embargo, es crucial que este cambio no altere en absoluto su esencia, siempre y cuando esta sea buena.
Ahora bien, ¿acaso esto no sería ser falso? ¿No sería actuar con doble moral?
En absoluto. Esto es válido siempre y cuando sepamos quiénes somos realmente y nos mantengamos fieles a ello.
Cabe destacar que existen dos formas de ser un cambiaformas: aquellos que utilizan esta habilidad para mejorarse a sí mismos y a su entorno, y aquellos que la emplean para convertirse en Piratas de Sueños. Este último caso representa el riesgo al que todos estamos expuestos, ya que, a lo largo de nuestra vida, nuestra esencia se transforma constantemente. Por ello, es fundamental que nuestro "jardín" sea de calidad, pues solo así lograremos una esencia igualmente valiosa.
Cuando nuestro entorno se torna adverso y cambiamos nuestra forma para sobrevivir, corremos el riesgo de probar otras esencias y embriagarnos de ellas, olvidando quiénes somos. Cuanto más tiempo permanezcamos en este estado de embriaguez, más difícil será salir y mayor será el daño a nuestra esencia.
Es por eso por lo que ser un cambiaformas requiere inteligencia, discernimiento y, sobre todo, autenticidad.
Este concepto puede resultar complejo, especialmente cuando existen cambiaformas sin esencia, que son forajidos de esta vida, es decir, piratas de los sueños. En contraste, el guerrero apodado Cambiaformas se adapta a la circunstancia, pero siempre manteniendo su esencia intacta.
El Cambiaformas de las Sombras
Imagina a una persona que, en su trabajo, constantemente se adapta a las necesidades y opiniones de sus compañeros, pero no de manera genuina. Se presenta como una amistad leal y colaboradora, pero en realidad, está más interesada en sacar provecho de las oportunidades que le ofrecen. En una reunión de trabajo, siempre está de acuerdo con lo que se dice, sonriendo y mostrando entusiasmo, incluso si sus opiniones no coinciden con las de los demás. Siempre tiene una palabra amable y está dispuesta a ayudar, pero detrás de su fachada de amabilidad, su verdadero objetivo es ganarse la confianza de los demás para obtener favores, como acceso a información clave o ser la primera en recibir un ascenso. Esta persona cambia su comportamiento y opiniones según el grupo o la situación, buscando lo que más le conviene, sin importar si eso afecta a los demás. Carece de una esencia verdadera, pero se oculta bajo una máscara de simpatía y falsedad, dispuesta a sacrificar a los demás para conseguir lo que quiere.
El Guerrero Cambiaformas
Ahora, imagina a un profesional que trabaja en un equipo diverso. Esta persona es muy respetada por su capacidad para adaptarse a diferentes situaciones y conectar con los demás de manera profunda, pero sin dejar de ser fiel a sí misma. Cuando entra en una reunión con colegas de diferentes culturas, no cambia su esencia, pero se adapta para comprender las perspectivas y preocupaciones de los demás. Si la situación requiere tomar un enfoque más asertivo o ser más empático, ajusta su comportamiento para facilitar la comunicación y la colaboración, guiado por la racionalidad emocional e intelectual. Sin embargo, cuando alguna situación lo desafía moralmente, como una propuesta que va en contra de sus valores, prefiere mantenerse fiel a sí mismo, incluso si esto implica ser marginado o perder la oportunidad. En lugar de comprometer su autenticidad, se retira de la situación y elige mantener su integridad. Así, aunque se adapta a las circunstancias, siempre lo hace desde un lugar de conciencia y autenticidad, sin perder su verdadero ser.
Podríamos decir que ser un Guerrero Cambiaformas se sustenta en lo que Nicolás Maquiavelo (1469-1527) menciona en El Príncipe cuando establece que: "Es menester, pues, que sepáis que hay dos modos de defenderse: el uno con las leyes y el otro con la fuerza. El primero es el que conviene a los hombres; el segundo pertenece esencialmente a los animales; pero, como a menudo no basta, es preciso recurrir al segundo. Le es, pues, indispensable a un príncipe, el saber hacer buen uso de uno y otro enteramente juntos. Esto es lo que con palabras encubiertas enseñaron los antiguos autores a los príncipes, cuando escribieron que muchos de la antigüedad, y particularmente Aquiles, fueron confiados, en su niñez, al centauro Quirón, para que los criara y educara bajo su disciplina. Esta alegoría no significa otra cosa, sino que ellos tuvieron por preceptor a un maestro que era mitad bestia y mitad hombre; es decir, que un príncipe tiene necesidad de saber usar a la vez de una y otra naturaleza, y que la una no podría durar si no la acompañara la otra."
Desde que un príncipe está en la necesidad de saber obrar según la naturaleza de los brutos, los que él debe imitar son la zorra y el león enteramente juntos. El ejemplo del león no basta, porque este animal no se preserva de los lazos, y la zorra sola no es suficiente, porque ella no puede librarse de los lobos. Es necesario, pues, ser zorra para conocer los lazos, y león para espantar a los lobos; pero los que no toman por modelo más que el león, no entienden sus intereses.
Este tema está lejos de tener un final, si es que existe uno. Pero, todo dependerá de cómo nos definamos a nosotros mismos y nuestra vida. Esto se logra teniendo un entendimiento integral de nosotros y de lo que nos rodea, por muy cambiante que esté, ya que todo conocimiento es transversal. Es por ello que ser un Guerrero Cambiaformas permite ver y actuar sin dejar de lado nuestra autenticidad. Comprendamos que somos eternos aprendices en esta vida, y es por eso por lo que la metodología T.E.A. no tiene tiempo de caducidad ni una forma única de aplicarse.
Satoricha ~
Referencias
Nicolas Maquiavelo. (n.d.). El Príncipe. El Príncipe | Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Retrieved November 17, 2024, from https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-principe--1/html/0005364a-82b2-11df-acc7-002185ce6064_88.html#I_0_