“Incluso la comida más amarga, consumida en libertad, es mejor que el alimento más dulce que se obtiene en servidumbre.” Esta poderosa frase la leí mientras estudiaba la semana pasada, y más allá de ser un caso aislado, refleja una realidad que todos vivimos en nuestro día a día: algunos de forma directa y otros de manera más sutil; algunos en momentos específicos, mientras que otros sienten que son marionetas de esta vida, manejados por un titiritero que hace con ellos lo que le plazca.
Sin abordar temas específicos que resuenen solo con unos pocos, podemos reflexionar sobre esto cuando vamos en contra de nuestra propia esencia. Como dijo José Ortega y Gasset: “Entre sus varios seres posibles, cada hombre siempre encuentra uno que es su ser genuino y auténtico. La voz que lo llama a ese ser auténtico es lo que denominamos ‘vocación’. Pero la mayoría de los hombres se dedican a silenciar esa voz de la vocación y a negarse a oírla. Consiguen hacer ruido en ellos para distraer su atención, a fin de no escucharla; y se defraudan sustituyendo su ser genuino por un falso curso de vida”.
“Por tan solo 15 dolares serás el maestro dragón”
Entonces, ¿qué es esta llamada esencia y por qué tanto ruido alrededor de ella? Puede que seas escéptico, ya que hay quienes afirman haber encontrado la fuente del conocimiento y que, por unos cuantos dólares, te enseñarán a descubrir tu propósito en la vida. O bien, otros que, como líderes de algún movimiento, “vieron algo en ti” y aseguran que eres el próximo maestro dragón. A este tipo de pseudocientíficos silvestres podríamos llamarlos “Piratas de Sueños”. Sin embargo, ellos no son el tema de esta semana; los menciono para dejar en claro que aquí no pretendo que se me confunda con uno de ellos, ya que nadie —absolutamente nadie— puede decirte para qué estás hecho o cuál es tu propósito en esta vida, cuando la única persona que vive tu vida eres tú mismo.
Muchos opinan: “No hagas esto”, “Estudia aquello”, “Di esto”, “Compórtate así”. Dar y recibir consejos no está mal, pero condicionar tus acciones sí lo está. Si actúas, estudias, hablas y te comportas como otros te dicen, pierdes tu individualidad. Además, eres tú, y solo tú, quien pagará las consecuencias de esas decisiones. ¿Estás de acuerdo con eso?
A veces, ni siquiera es necesario que alguien te lo diga directamente para condicionarte; la presión social puede hacerlo de forma indirecta. Si no actúas como el grupo, quedas excluido; si expresas lo que todos piensan, pero nadie se atreve a decir, eres un insubordinado. Volvemos aquí a los “Monarcas de las Sombras”, quienes señalan a otros como la “bruja del pueblo” cuando, en realidad, ellos son la verdadera bruja.
A quienes les molesta un salmón que nada en contra de la corriente, no es porque este sea dañino para el entorno, sino porque es capaz de reactivar en sus allegados esa chispa que han intentado ahogar. Al hacerlo, interfiere con los planes de quienes desean tener “todo bajo control” y dar “propósito de vida” a aquellos que, aunque parecen vivos por fuera, están muertos por dentro.
Desde el escrito anterior, es posible empezar a comprender lo que significa “la esencia” en cada uno de nosotros. Pero si el concepto aún no te hace clic, no te preocupes; es normal. Esta es una idea esquiva, casi como una leyenda, y son pocos los que la reconocen con certeza. Pero así, precisamente, es como lograremos conocerla y reconocerla, como bien explica Paula Calleja.
El Duende de las esencias
En el artículo que Paula Calleja publicó en la revista Eighty Degrees, volumen 8, introduce a los lectores de habla inglesa el término “Duende”. Al principio, me costó comprenderlo, ya que “duende” suele referirse a un ser mitológico que hace de las suyas dondequiera que va; por ejemplo, aquí en Honduras, se cuenta que estos se roban a las personas. Pero ella presenta un segundo concepto de “duende” como “el encanto inexplicable de las cosas y su cautivador poder de atracción”. Este concepto puede aplicarse a todo aquello que nos atrae, como la comida, la bebida, la moda o las actividades recreativas. Y así como existen tipos de pseudocientíficos, podríamos pensar en tipos de duendes.
En este caso, nos centraremos en el “El Duende de las esencias”, que es ese sentimiento inexplicable que define nuestras tendencias en la vida. Este duende crea el elixir que determina nuestras inclinaciones, usando lo que encuentra en nuestro “jardín”, compuesto por nuestra ecología física, cultural, espiritual y mental.
Cada día, el Duende de las esencias inicia su labor antes del amanecer, buscando en nuestro jardín los elementos necesarios para su elixir. Imagina que este jardín es la suma de todas nuestras experiencias y elecciones, que alimentan nuestra esencia de manera constante, a veces sin que lo notemos. Cada pequeña decisión, cada pensamiento o interacción, es una chispa que activa en nosotros algo único y auténtico.
Al despuntar el día, el Duende de las esencias recoge ingredientes de la ecología física. Los alimentos y bebidas que consumimos, los medicamentos que tomamos o incluso el aire que respiramos son su primera cosecha. Si eliges un desayuno saludable o una taza de té en silencio, estás alimentando tu esencia de bienestar y tranquilidad. Si, en cambio, consumes apresuradamente, eso también se refleja en el elixir, afectando tu ánimo y disposición.
Luego, el Duende se adentra en la ecología cultural, que abarca aquello a lo que dedicas tu atención: redes sociales, libros, conversaciones. La atención es un recurso valioso, y el Duende de las esencias sabe que lo que consumes en este aspecto forma parte de tu esencia. Si decides emplear tu tiempo en algo que te enriquezca, tu esencia tendrá una nota más genuina y luminosa. Pero si te pierdes en distracciones, la esencia se diluirá.
Conforme avanza el día, el Duende recolecta elementos de la ecología espiritual. Aquí, se enfoca en responder la pregunta: ¿por qué estamos aquí? Las motivaciones y valores que abrazamos aportan un sabor distintivo a nuestra esencia. Reflexionar sobre tu propósito, nutre tu esencia de una manera profunda.
Finalmente, el Duende examina la ecología mental, donde reside nuestro deseo de aprender y aplicar conocimientos. Cada nueva habilidad es una especia en el elixir, añadiendo una complejidad especial a nuestra esencia.
Así, el Duende de las esencias trabaja día tras día, combinando lo que le ofreces a través de tus elecciones conscientes e inconscientes. Es una labor invisible, pero constante que da lugar al elixir de tu esencia personal, tan complejo y cambiante como tú mismo. Este elixir no tiene una receta fija, y en esa diversidad de ingredientes reside su magia.
Al final del día, cada pequeña elección, experiencia y reflexión se convierte en un ingrediente esencial que da vida a nuestra chispa, creando algo único e irrepetible. Esa esencia no es algo que podamos mostrar o definir fácilmente; es aquello que sentimos al cerrar los ojos y estar en paz con quienes somos, el impulso que nos guía cuando nos desviamos de los caminos que nos dictan y volvemos a aquellos que resuenan en lo profundo de nuestro ser.
Esa es nuestra esencia: un susurro constante que nos recuerda quiénes somos y hacia dónde queremos ir, sin importar lo que otros puedan decir o esperar. Es la fuerza que nos impulsa a seguir adelante, sin pretender ser explicada ni comprendida por completo, pues su magia reside en su misterio. Y aunque el camino para comprenderla puede ser tanto dulce como amargo, recuerda: “Incluso la comida más amarga, consumida en libertad, es mejor que el alimento más dulce que se obtiene en servidumbre.”
Satoricha ~
Referencias
Callejas, P., & Eighty Degrees. (2022). Duende (Vol. 8). Martin Bohacik.
Greene, R. (2020). Maestría. Editorial Oceano de Mexico.
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